jueves, 29 de abril de 2021

domingo, 24 de julio de 2016

Rosse Marie Caballero presenta Hojas de Eva (poemario completo)



hojas de eva
 
Primera edición


200 ejemplares
Rosse Marie Caballero
2004
depósito legal: 2-1-1468-03
Cochabamba-Bolivia
ISBN 956-8230-10-6
Diseño de portada: Carlos Rimassa
Diagramación: Hernán Giurastante
 
Apostrophes Ediciones
www.apos.cl
Merced 324
Santiago - Chile
Tel / Fax: (56-2) 638 6245
e-mail: ediciones@apos.cl 
erossem_13@hotmail.com
 
A manera de prólogo
 
La poesía como arte auténtico va mostrando la complicada urdimbre del acontecer de la vida y, desde un tiempo atrás, la irrupción de nuevos poetas que significan nuevos libros, nuevas miradas, sensibilidades abiertas que hacen palpable exploraciones en lo más profundo del alma. En ese protagonismo está la poesía escrita por mujeres que, sin duda, se atreven a mostrar en sus nobilísimos versos un alma madura y el clima superior que las envuelve.
 
A esta voz interior pertenece Rosse Marie Caballero. Con recatada expresión vemos cómo va trabajando el pensamiento por salir afuera, por salir desde los rincones secretos de la emoción hecha de un constante ir y venir del paisaje al jardín, del aire al susurro. Y no de otra cosa está hecho su libro “Hojas de Eva”. Emoción sincera y bien expresada que se mueve con comodidad repleta de motivos revelando una austera serenidad ligada a las mejores disposiciones expresadas en la sugestiva forma del verso.
 
Este libro es, finalmente, un libro de poesía en el que muestra lo puro y esencial de un acontecer íntimo y reconcentrado, conceptos e imágenes que, partiendo de un acoplamiento con el mundo, mantienen un equilibrio de musicalidad y contenida pasión.
 
 
 
Carlos Rimassa
Cochabamba, Octubre, 2003









A los locos que me amaron un poquito.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

uno
 
Les sanglots longs
de violons
de l’automne
blessent mon coeur
d’une langueur   monotone…
 
Paul Verlaine
 


Candideces
 
Si pudiera retronacer
en aquel brillante atardecer
cuando niña el cabello peinaba
con peinecito de oro
 y horquillas de cristal
caroliluri caroliluri…
 
O si pudiera anudar un lazo rosa
en la frente virgen de mi adolescencia
volvería a enumerar las estrellas
cada una más pequeña y lejana
o volvería a mirar por los balcones
para ver pasar a los muchachos tristes
de aquel tiempo.
 
Pero el reloj es de acero
inquebrantable y sereno
sus agujas no transpiran el sudor
de los gentíos.
 
La sal del tiempo es polvo seco
tan blanco pálido como el olvido.
Si pudiéramos
caroliluri caroliluri
coralizar las rondas infantiles
en tonadillas silvestres de mil colores
o revenir los pasos perdidos en el camino
de ilusiones cristalinas con-fundidas
al calor de alguna lágrima…
 
Pero la nieve derretida es agua
y bajará por las laderas hasta la fuente
para volver a ser nube y luego lluvia
y, tal vez, en otra vida, otra vez nieve.


Tres
 De tanto amar
el amor ya fatigado
lluvia, céfiro, mares, vientos.
Vientos –duendes del Levante-
hojas secas, polvo, arena.
En el umbral los naranjos,
casi rojos, amarillos han tornado.
 
Nubes blancas, mortajuelas
grises, plomizas, esfumantes
en el fondo de la sombra se ha quedado
la encendida lamparilla titilante.
¿Cómo vencer al sueño herido
cuando el alma desterrada no camina?
Vientos –duendes del Poniente-
hojas secas, polvo, arena.
 
No camina, no. Duerme.
-trémulas palidecen sus mejillas-
O tal vez desfallecida sueña el eterno
navegar de los mortales.
 
Trashumante cielo oscuro sin arroyos
has de abrigar esa divina palabra
sin testigos. Una firma negra y sola
en el envés de la luna
dice adiós al buen destino.
 
Adiós... ¡ una palabra tan débil !
Vientos –duendes del Levante-
hojas secas, polvo, arena.
 
Hay que inventar la muralla que divida
el odio de palabras vocingleras
hay que verter en la tinaja de arcilla
otras aguas atmosféricas, más tranquilas.
 
Vientos –duendes del Poniente-
hojas secas, polvo, arena.
En el umbral los naranjos,
casi rojos, amarillos han tornado.


Feuilles d’automne
 
Te imagino
caminar bajo la lluvia
pisar las hojas secas del otoño
hojas secas del otoño
hojas blancas... hojas faibles.
 
Hojas secas, manto negro
gota a gota la lluvia fuliginosa
y  helada
con la brisa del invierno que se acerca
a pellizcos se ha encontrado.
Un paraguas tan delgado
sobre el corazón deshecho
cubre el llanto que las nubes
solitarias han dejado.

Pecho herido
cada frase tus arterias han sangrado
y en el rostro la mirada
de un vencido, de un vencido.
Por las calles lentas bajas,
te imagino
pecho herido. Las gaviotas
no navegan en la arena
sólo tú, vagabunda hoja seca,
vas rasgando lo intangible.
 
(Te imagino caminar bajo la lluvia).

La espuma
 
A lo lejos
la penumbra esclarecía...
manos pérfidas clavaron
en los pétalos de rosa desengaños.
 
Crisantemos amarillos
alelíes, sois la espuma, sois la espuma.
 
Las palabras
todas libres coqueteaban con la luna
y ella , sola, pobre, frágil pajarilla
las creía 
las creía.
 
Crisantemos amarillos
alelíes, sois la espuma, sois la espuma.

Los almendros
de sus grandes hojas quietas
desprendían
las mentiras
las mentiras.
Por su boca transitaron
bellas sílabas desnudas
por sus dientes perfumados
los fonemas
escapaban 
escapaban.
 
Crisantemos casi, casi amarillos
sois la espuma, sois la espuma.
 
A lo lejos
la mirada de un poeta
al claror de una vidriera
escribía
escribía
y las ráfagas de viento
cual cuchillos afilados
al cristal de su mirada
transgredían...
transgredían.
 
Crisantemos casi, casi amarillos
casi, casi  sois la espuma... la espuma.

Caen las hojas en el otoño
 
Caen las hojas en el otoño
arces, álamos, cipreses
la noche quieta en la ventana
despide al día, lejana estrella.
 
Vuela el símbolo mágico de las palabras
susurra el viento al polvo el canto
de un cisne ausente que está muriendo
caen las hojas en el otoño...
 
La tierra enjuga su última lágrima
un cirio azul dentro la esfera
rima la danza de los latidos
arces , álamos, cipreses.
 
Arces, álamos, cipreses...
el monte esconde en su mirada
la hoja sagrada maniatada
abre su vientre y en él la encierra
caen las hojas en el otoño.

Espejismos
 
Ojos linces...
le brillaban ilusiones cual jazmines
y el color limón sutil de su mirada
el paisaje del adiós desdibujaba.
 
Nardos blancos
tantas flores, tantos cardos...
 
Desde el mítico fondo del lago
llamaba el dios de la isla
el del sol,  el de la luna
la escalinata de pulidas rocas viejas
por los siglos de los siglos
en su corazón de indio reposaba.
 
Nardos blancos
tantas flores, tantos cardos...
 
-¿Conociste tú las flores de tu entorno?
-Sólo hierba y pajabrava
-¿Y por qué de tus montañas escapaste?
-No lo sé.. para buscar en los huertos
de otras tierras mi jazmín o cardo blanco
que entre sueños su perfume adivinaba.
 
Nardos blancos...
tantas flores,  tantos cardos
en la barca de papel azul finísimo.
 

Te esperaré
 La muerte llegó muy temprano
apenas el alba clareaba
al frente de mis ojos
tal vez el fulgor de otros ojos
de antaño obnubilaron la luz
la nieve en los picos del Illimani
gritaba el amor que por tus labios fluía.
 
Entonces canté
las melodías de la brisa junto a mi ventana
calmé la sed con el agua
de tu cántaro de arcilla.
 
Aquellos años impalpables,
solitarios gigantes inatrapables.
¿Sabes?
Inatrapables sí, pero no inacariciables.
Crié unos ojos verdolagos
límpidos como el cristal
crié tu piel bajo mi almohada
y viví ahí, recostada junto a tu sombra.
 
Tú vagarás por el mar de puerto en puerto
y yo  -tal vez-  esperaré
sobre una barca de madera envejecida
o dentro de un ataúd fosforescente.


Tal vez
 Tal vez algunos nombres he olvidado
de aquellas luces que brillaban en la estepa
fueron lumbre, fuego, incendio, estalactitas, meteoros, asteroides.
 
Los caminos de mi tierra
arrastran sombras que deambulan
cementerios desolados
de crisantemos encrespados.
 
Tal vez alguna lluvia
dejó una gota en La Tablada
que no moja ya la hierba
porque es poca
corre el río y la cigarra
canta al agua su abandono
mas no es canto, es poesía
que el rumor del riachuelo
no percibe.

Corre el río y
la cigarra gime su melancolía
una barca de papel
en ella se hunde
y el agua quieta y tranquila
inocente de su pena
fluye abajo tan callada.
 
El cirio triste azul flamea
lánguidamente el ave vuela
la circunferencia se va cerrando,
el ave en ella se va asfixiando
 
La cigarra, a lo lejos, un brinco
otro brinco, el grillo, el cántico,
la espuma.
Tal vez algunos nombres he olvidado.
 

Madre
 Una rosa peregrina
-poesía de aroma en movimiento-
llegaría hasta tu huerto
-hermana de la fragancia- madre sola.
Desde tu alma iluminada
su perfume de ilusiones ha brotado.
 
Una rosa deshojada del jardín de la inocencia
color, alas, terciopelo…
tu corola de sonoros pétalos desnuda.
Madre, entregada ante la cruz de la ausencia
martirizas pálidas tus manos en el fogón apagado.
 
En las sobrias porcelanas de oferta
depositas la mirada, triste, sola
caminando un paso y otro y otro paso
las laderas de recuerdos añorados.
 
¿Dónde volaron las aves que tu nido han dejado?
otras tierras tramontaron, mares, aires
tras las huellas imperfectas del destino.
 
Amanece en tu ventana y sollozando
has descuidado la flor que regándola criabas.
La flor se hizo fruto y del fruto la semilla procreada
regresa a ti en un paquete postal, fotografiada.
 
Tu vida no vale nada sin el canto
que las voces de tus hijos olvidaron.
 
La semilla en otro huerto sonriente
sembrarás una mañana de estío
semilunas en tus ojos han de abrigar ese sueño
y volverás a regar otras plantas, otras flores
y otros frutos de tu estampa, madre sola.
 
Y en tu pelo ha de posarse la espuma
nieve, blanca, fina y suave
de los años impalpables que han pasado.
 

Dos joyas
(a mauricio y mónica)
 
Como astros altivos
dos joyas en jade engastadas:
uno diamante, la otra amatista
el primero rubí, la segunda
perla de coral.
 
Dos dioses olímpicos
el sol y la luna
uno el bravo río, la otra la mar
ésta la montaña, el otro el cielo.
 
Dos imperios:
el Incásico y el Gran Paitití
emergen perennes
creando la patria
firme, augusta, solemne
el niño y la niña
que Bolivia abriga.

La caracola
La caracola arrastra su vagabunda herida,
se aleja soberana: el acantilado
-cementerio de cristalinas sensaciones-
despoblado. A lo lejos navegarán otras velas
al soplido fantasmal de algunos vientos.
 
Apenas la ventanilla nostálgica
de unos días terminados:
TODO HA MUERTO
la poesía no es, ya no,  poesía
se ha quedado archivada en un folio
de carpeta bien labrada.
 
Volver
adonde nadie espera
al infinito mar del Poniente
las palabras han callado sus símbolos apagados.
Volver
sin el unísono grito de la esfinge
con el dolor implantado en las arterias.
 
Marinero, la barca se ha transformado
en roca, arena o sal.


La vida mató a la muerte
 Una sola vez murió la muerte
(ella sigue imperturbable y callada
en su habitación ilícita).
La sal parida por su volcánica boca
se llevó azogada la respiración del espejo.
 
¿Qué es la vida?
 
La viajera de un tren desconocido
una estación de frontera
que espera inconmovible su apertura
una falla de cartón para la Cremà
o una tora en Zaragoza que danza contra el torero.
 
Una quimera clandestina.
 
¿Y qué la muerte?
 
Un sepulcro blanco sin ruido permitido
la tristeza del viento en las montañas
una languidez sin adjetivo
o una lengua extranjera incomprendida.
La enigmática  utopía.
 
Ningún secreto es ya secreto
sólo el silencio mudo del silencio.
 
La vida vive mientras escribe su poesía.


dos
 
 
El bosque entona canciones de paz
o fieros poemas de olvido.
 

El manifiesto
 
Sufro
por el devaluado nombre de mi patria
por los guardias de museos en el mundo
por la indiferencia del turista multilingüe
por los niños en los lienzos mal pintados.
 
La sombra esparce sus mil enigmas
el ancho bosque verde ha  cambiado
en negro fuego sus lentas hojas.
 
Protesto
por el esplendor de capitales milenarias
por la miseria de los pueblos conquistados
por las religiones que han ateízado la palabra
por la geografía que ha marcado el destino de los hombres.
 
 
La sal devora del mar las aguas
tierra y montañas se yerguen crueles
arena y rocas cubren los campos.
 
Solicito
romper las fronteras hilvanadas en la épica de los siglos
construir un paraíso infinito donde los exploradores
no perturben el sueño de la luna
dialogar con el amor que no necesita traductores
saltar de la cruz en la que nos habéis eternizado
plantar una bandera blanca en el mar.
 
Las olas funden la vida y muerte
se abren los cielos omnipotentes
tiemblan los ángeles frente al Final.

Euroamérica
 El Viejo Continente, tan viejo
salta la soledad. Es piedra.
Las encinas, los olmos, alcornoques
granito, arena. Es piedra.
 
La soledad doncella del silencio
el romero, tomillos, el enebro.
Las cuerdas de un violín derraman
una lágrima. El mar mediterráneo
asoma alguna vela.
 
Aquí todo está programado:
también las despedidas.
Madroños y los fresnos,
sauces enamorados.
Las calles aprisionan una mano
sin sueños. Todo está programado.
 
Yo vengo del Nuevo Mundo
allí donde la selva se besa con los ríos.
Tajibos, almendrillos, el gran jacarandá.
 
Allí donde el indio me cubre con su poncho. Arena, rocas cerros.
Allí donde se baila con una tamborita
y una jarra de chicha no falta en nuestra fiesta. Los molles, el chillijchi, los altos eucaliptos.
 
Vengo del altiplano, del chaco, de los valles...
vengo del Nuevo Mundo
y allí, sí,
-plantadas mis raíces-
un árbol quiero ser.


Canto en  la Puerta de Alcalá
 Madrid, cruel ave blanca
entre el bramido de oscuros toros
danzas flamenco y aplaudes fiera
las felonías de tu bravura.
 
Pasan los toros, toros furiosos
bajo la Puerta de Alcalá
pasan sombríos los diez toreros
que ayer perdieron en dura lid.
 
No intentes, Madrid, quedar encinta
que ya has parido trescientos mil
las noches negras te han pagado
por tu silencio de gato en celo.
 
Pasan los toros, toros furiosos
bajo la Puerta de Alcalá
pasan sombríos los diez toreros
que ayer perdieron en dura lid.
 
Salen azules los españoles
de sus guaridas de vino y pan
tienen su historia sobre la espalda
que ha marcado sangre y desdén.
                                      
 
Sangre y olvido no viven juntos
tu huella nunca se cubrirá
llanto has causado entre mi pueblo
y ello por siempre te pesará.
 
Pasan los toros, toros furiosos
bajo la Puerta de Alcalá
pasan sombríos los diez toreros
que ayer perdieron en dura lid.


El llanto de Narciso
 Narciso llora mirando el fondo
de las aguas que emanan su memoria
el mito griego cambió su historia:
su hermoso espejo en un desierto
inmensurable se  transformó.
 
La patria ausente callada gime
estelas de oro pende en sus hijos
regados duelos por otros mundos
pierden su esencia dejando el manto.
 
Narciso encuentra en otras tierras que
no es tan bello su cuerpo entero
la fuente añora su antigua casa
verdes praderas, nevados cerros
las aves trinan  en otras ramas
tristes canciones de la teluria.
 
Europa esculpe nuevas leyendas
vienen los mares trayendo naves
de olas lejanas americanas
saltan alegres los caracoles
mas, no es su gloria en esta playa.



Melodías de mi pueblo
 El frío de las montañas
la pobreza de mi pueblo
los niños vientres de seda
al viento soplan sus penas.
 
Acuchillan la tristeza
salen, entran los fantasmas
una sombra encadenada
atraviesa los tejados.
 
Las lejanas primaveras
hacen juego con la ausencia
el horizonte ha hilvanado
sus bordes con los nevados.
 
A lo lejos sueña un ángel
es el indio con su poncho
siente el alma la miseria
de los hijos desnudados.
 
Una mano pide entonces
llenar de pan o monedas
los cultivos han negado
sus frutos en el poblado.
 
El frío de las montañas
la pobreza de mi pueblo
un punto de Sudamérica
en el centro de la tierra.
 
Por las noches
las estrellas parpadean
una de sol, una de luna
las porciones escasean
de patatas y de trigo.
 
El frío de las montañas
la pobreza de mi pueblo
bastaría un sembradío
lleno de flores de tuna.
 

Cerro de San Cristóbal
(a Tania)
 
“Perdón por la lluvia de Chochi” –escribía Azócar
“Las interminables lluvias de Temuco”, Neruda.
 
La lluvia pérfida cae cansada
por la alameda de Santiago
helada cae delgada
fina (hilos de plata), pero mezquina.
Llueve de a poco por la mañana
más tarde un poco y toda la noche otro poco.
                                            
La lluvia fría por la pradera
persigue amantes que huyen corriendo
botas de caucho, negros paraguas
a paso firme las avenidas.
 
Blancas las gotas como el nevado
rasgan cristales en las ventanas
torvos paisajes desdibujados
miran tras ellas los solitarios.
 

Hiela de noche sobre el Mapocho
cruzan los coches a toda prisa
tristes las luces solas se miran
lloran la pena de San Cristóbal.



Isla negra
 
Amanece.
Tu territorio despierta, Neruda
en la playa olvidada del tiempo
encrespadas las olas
más bellas y blancas de invierno
devoran ansiosas tus versos del alba.
 
Embravecido el Pacífico
los hitos de rocas eternas golpea.
En la espuma ha quedado tu nombre atrapado
allá donde perfecta tu mirada labraba
los poemas del mar infinito.

Atardece
En tu patio son marchitas las hojas
de viejos escritos al viento
cada paso que diste en la casa
su huella ha dejado de dolor o de lumbre
como dos ventanales abiertos al Inti
increíblemente amarillo de este lado del mundo.    
 
Refulge  brillante el lejano horizonte
son el color de la arena y de los naranjales
que han prestado sus tonos de fuego al Poniente.
 
Atardece... Son las siete en punto
en la mesa del bar tus amigos esperan
que les sirvas el vino -como antes tus risas-, pero tú no caminas, Neruda, descansas
bajo el florido mantel de pequeñísimas lilas
extendido en el lecho de tu tierra isleña.
 
La metáfora en sonoros pinceles de jade
ha anclado un poema en tu estrella
desprendido del cielo por toda la Costa.          
 

Transparencias
 ¿Alguien ha visto acaso
 en mi cuaderno desnudo
las horas que yo he pasado
contemplando sus letras
aquellas corolas rojas de volcán con espermas
o esas lilas marchitas bajo un zapato viejo?
 
Aquel cuaderno quieto
que enumera miserias
en el rincón tranquilo
de mi cuarto alquilado,
aquellas horas huecas
dedicadas al peinador sombrío
tras cortinas de make-up
para disminuir estrías.
 
¿Alguien ha visto acaso
la soledad de la cigarra
bajo la piedra muda
solfeando canciones
en la noche preñada
de incontrolables penas?
¿Han visto la mudez del minero
en los mercados del contrabando penado,
o el alimento del campesino
en el árido altiplano?
¿Dónde está la bravura de otros tiempos
dónde la raza de bronce que ha caído
al abismo de un mundo globalizado?
 
¿Alguien ha visto acaso
el dolor de los trenes
cuando parten piteando
la tristeza del viento
 
que se queda en los andenes
de la ciudad vacía,
o la melancolía de una banana
demasiado madura en la basura?
 
La vida de un ser humano
o de una piña verde
vive del mismo aire
que consume una mosca.



London
 In London Gatwick
nobody looks for us
pasan las plumas de aves
por los pasillos del indiscreto
y acorralado aeropuerto.
 
Plumas rosadas, plumitas negras
amarillentas, color de tierra
o plumas blanquitas. Las hay
rojizas de rostros lentos
otras son plumas de tres colores:
la piel, el pelo, los ojos tibios.
 
 
In London Gatwick
nobody looks for us
plumas, plumitas, plumaverales
¿dónde volasteis en otra nave?
lejos tomasteis el vuelo errado
aquí os espera el ave que un día
fue la guarida y adiós zarpasteis.



Charente, adieu
 La neblina blanca, la hierba de ocre
anuncian otoño en el gran París.
Lejos va la barca que zarpó la playa
Eiffel nos espera, Biarritz atrás.
 
La bella Charente, Balzac y el castillo
y todas las musas de la creación
su manto extienden cual hojas resecas
y unas lenguas negras me dicen adiós.


Dueño de paisajes
 
Con los colores
al
          v
                    i e n
                                 t o
juegas
 
rose pale, écarlate, vert olive
 
La noche intrépida espera inquieta
que la hagas tuya en cualquier pose
buscas las sombras en el paisaje
y en ella expira lánguido el clímax.


La  Seine
 Otoño viene saltando charcos
en el suspiro de cualquier gato
viejos amantes bailan al tango
mientras la luna desnuda lobos.
 
Traen sus hojas miel y esmeralda
las poetas solas asoman lentas.
 
La ciudad brilla entre las aguas
del río Sena, aguas de oro
las barcas llegan bajo la noche
las poetas cambian, bravas, la Historia.


Un pañuelo blanco
 ¿Cómo remover las algas del mar
 comprimir las nubes del cielo
o buscar piedrecillas preciosas
al borde de un río
o perlas marinas debajo la arena?
 
¿Cómo encontrar las promesas perdidas?
¿volviendo a nacer o muriendo de nuevo?
Las ostras contienen las claves del oro
tus cartas apenas quimeras prohibidas
las voces mentidas son larvas resecas.
 
Van miles, millones de horas varadas
en los minuteros marchitos del tiempo
tú no sufres nada. Naciste riendo
en tu pecho han puesto corazón de hielo
y el frío de invierno perdura en tu alma.
 
¿Cómo navegar sin barco en la orilla
tramontar Los Andes o Los Pirineos?
La balsa ha expirado anclada en la playa
las nieves forjaron fronteras gigantes
mis manos flamean un pañuelo blanco.


No quiero escribir
 Ya no quiero escribir.
Es más, yo renuncio
a la dicha de la palabra
a la ventrílocua tempestad
 del silencio
y quiero ser tierra
y barro
y casa
y dulce...

tres
 
 
 
 
 
“…Si entendiera todos los misterios
Y todo conocimiento,
 y si tuviera toda la fe,
de manera que trasladara montes,
y no tengo amor,
nada soy”.
1 Cor. 13.2
 
 

Obsesión
Un
faro
infinito
me
llama
y
yo
casi
como
una
estatua
de
arena
tengo ansias
de acudir
sé que
nada
es
la
lluvia
cuando
no
llueve
nada
la
nieve
cuando
no
nieva
nada
la
mar
si  no llega
el verano
y las gaviotas
mueren
como yo
en la playa
sin esos ojos
que no me miran.


Sirena
 Me desnudo
intrépida
en la playa
sal y agua
incitan
mi encanto.
En la arena
mi grito
ha quedado
flagelado
por los rayos
voluptuosos
del sol.
Caracoles
y estrellas marinas
se han posado
en la orilla caliente
y galopan
caballitos de mar
por las dunas.
En otoño
el mar no florece
y las olas
se llevan
lejanas
gaviotas.
En la isla
el rocío
ha caído
como perlas
de nieve y cristal.
 
Me desnudo
y el viento
azota mi cuerpo
y mi alma
naufraga
en la mar.


Toledo y tú
 El abandonado parque de Toledo
la solitaria cabaña que relata
mil historias escondidas
de otros cuerpos y otros tiempos.
 
En aquel instante en que te acercaste
a mis vagabundas ideas
sentí una lluvia de fuego en mi alma
me mojó y me quemó, a tu lado, callada.
 
Toqué tu piel con mis ojos
y besé tus palabras con mi aliento
respiramos juntos el aire discreto
pero vendaval por dentro de algún secreto.
 
A las siete. Te veré de nuevo a las 7:00
y -quizá- beberé esa gota de agua
que resbala por tu firme rostro...
espero, soñando, que el reloj avance.
 
 

Eslabón perdido
 Cuando partió el agua de su fuente
llorosos los álamos decían
que vendría por la tarde
junto al centinela del camino
volvería.
 
Pasaron silenciosos los días
con sus tardes y sus noches
y la fuente se ha secado,
no has llegado todavía
y la roca que atraviesa la espada de tu olvido
talla su melancolía.
 
 

Descifrando fantasías
 El viento relame las hojas de los árboles
mis manos empuñan un lento recuerdo
aún no te has ido y me quedo mirando
la lumbre que dejó la luna
allá… arriba del techo
donde se ha posado una estrella caliente.
 
Ven, acércate y piensa en la brevedad del silencio
encallado en las grietas del tiempo
mañana es otro día
y no creas que será el mismo suspiro
que gemirá el gato.
 
Bajo la luz de mi alero rosado
te digo  ahora lo que es probable olvide esta noche
cuando desanudes mi corsé al descuido.
Ven, amor, y respira el aroma
que ha dejado el viento entre  mis cabellos
que mañana no sabes si caerá la lluvia.
 
 
 

Del otro lado de la cortina
Te diviso
y te vas perdiendo
como neblina
apagando la débil llama del destino.
No pretendas ser la luna
si apenas cabes
en la riela
de las algas
en la música
fúnebre
de la apatía
en tus zapatos
robados.
 
Apenas tu silencio alcanza la agonía
de los hijos perdidos
en la miseria
de la vida
que tiene hambre.
Te diviso
y te vas quedando
como entre sueños
hecho vacío
hecho silencio
hecho olvido.


Quimeras
 Fueron las rosas inexistentes de tus palabras
las amatistas
que adornaron tu corona
los laureles de roma en la basura
y la cremación en la fiesta de Valencia.
 
Quimeras
las batallas por cada día sin pan
por la lluvia que no llena los graneros
ni el bolsillo de tus pantalones rotos.
 
Tragedia
desolación intelectual
olvido forzado a olvidar.
Esbozar una quimera en los labios
de virgen desvirgada
de roca recién tallada
sin escultor de renombre.
 
Quimera la vida, hermano
         hay que mirar adelante
          y prenderles fuego
          a las cosas que nos queman
          echarle agua a la lluvia
          y patalear con la suerte
          noctura señora oscura
del mundo que hoy da vueltas.



Recontando residuos
 Enlazando hilos plateados
matando ilusiones intrascendentes
¿será?
¿O son ilusiones que definen vidas
demarcan destinos
limitan territorios durante años?
 
Ilusión illusion illusien
 
Cristalina, de nácar, de aire, azúcar
pompa de jabón, impalpable
al calor del sol
o al frío lacerante del invierno.
 
O te hace grande o desparrama
a los cuatro vientos
en cenizas a encontrar
una calle ancha con garaje de granito
donde almacenar resabios que
se van desprendiendo de esa cosa
denominada alma
y jugar al puzzle con tus sueños mutantes…
Las estaciones trascienden
y sólo van quedando las láminas
invisibles del tiempo
en las manos que se llevó algún duende.



Floración del subconsciente
 
Una barca
sobre el agua color ocre del océano
una barca envejecida con dos cuerpos
solitaria entre las turbias olas se mecía
unas ansias de pasión entre las piernas
los amantes en sus bocas despedían.
 
Esa barca se alejaba y yo sin ella
me quedé en un estanque y ella se iba
con las manos imposibles para el vuelo
pude oír que mi nombre se decía.
 
Mas, como es sueño, en sueños una canoa
para mí se desprendía
y en ella aparecí junto a aquel hombre
vi su rostro mas no era conocido
y tenía las mil formas de un amante
él me amaba y lloró junto a mi pecho
y me dijo que jamás se alejaría.
Suspiré
y en un suspiro de aquel sueño
desperté
y perdí todo  aquello que vivía.



Algún día
 Temblando. Me dejas temblando
como hoja al viento reseca
olvidaste el día de grises aleros
pegaste el cerrojo de azules quimeras
y rumbo a despojos volando has partido.
 
¿Qué puedo yo hacer si me amas?
tu tiempo ha pasado y ya no voy contigo
al café ni a la iglesia de la esquina vacía.
 
¿Acaso en mi tumba promesas plantaste?
¿para qué?
¿para revivir el amor que te he dado?
ese amor ha muerto
y otro ha reencarnado
y así por los siglos de los siglos
hasta que aparezcas y…
quizá renazca en tu cuerpo
y podamos finalmente
decirnos
“adiós,
yo también te he amado”.
 

Des idées et des mots
 Hay un hueco en la garganta
es un hueco sin validez
no traduce la profundidad del alma
ni traduce el metafísico pensar.
 
Tú. Mental imagen, tez canela
no percibes, pues no oyes
lo que el hueco umbral faríngeo
quiere, pero no puede decir
no oyes ni lees en el limbo labial
pues no estás, tez canela. Lejanía.
 
Hay también un ultrasecreto espacio
entre el frontal y el parietal
enmaraña las ideas, las sublimiza,
pero no las puede expresar.
 
Tú. Aroma de estío. Piel almíbar
te entremezclas ahí dentro, las provocas.
Las ideas te aprisionan, te poseen,
pero tú no sientes nada. Piel ausente.



La traición es una máscara blanca
 27 horas
faltaban
para la cita indiscreta
pero la luna
no esperó
se fue al encuentro
de su camino
la noche la acuchilló
en medio de los arbustos
del viento irascible
a la orilla de aquel río seco
una y otra vez.
 
Quizá fueron doce
o trece
o quince
la sangre brotaba
roja y huidiza
quizá fueron más
pero aquella noche
la luna solita
se quedó llorando su suerte maldita
entre los ramales dejando
su alma
ya sólo su cuerpo
regresó a casa.
 
La noche la ha cubierto
con una máscara blanca.



Balada de la luna
Cadencioso cruza un gato el tejado
a la hora en que se citan los amantes
las higueras entrelazan emociones
se yergue el aire bramante
para traspasar aortas.
 Otro gato le persigue, o tal vez gata,
en la amarillenta transparencia de la luna
la luz se enciende prohibida
en el ventanal vecino
techos y calles hiela el invierno
y afuera, donde comienza el silencio,
un amante continúa
en espera confundido.
 

Hombre lobo
 Bajo una luna aquella sombra
camina leve y cae al fondo
de un abismo, mas es paraíso
que envuelve hojas y parpadea:
una de Adán, otra de Eva
una de hombre, otra de moza.
 
Pronto la luna…
evoca el lobo
la luna gime y el lobo besa
sus ojos lentos
pero ella huye
él la persigue y aúlla su nombre
ella no escucha y corre sola
por la pradera de suaves luces
hasta el aroma de un eucaliptus.
 
El lobo entonces mira sus manos
no tiene alas, la luna escapa
sube a las nubes y desde ellas
dice “hasta luego, vuelvo mañana”.
 
El triste lobo se queda solo
y poco a poco se va cambiando
las vestiduras que son de hombre
y torna tibio a su morada
a echar de menos las noches bellas
de luna llena sobre su almohada.


Balada del hombre lobo
 
Prevista
la cita erótica
el lobo espera
la hora en que la luna
redondea su figura
y en su brillo azul
flamea
corpiños de seda pura.
 
El hombre entonces
despedaza la camisa
lobunos latidos del pecho
le brotan
el vello en el pubis
se transforma en pieles
y cubren su cuerpo
y dejan su alma
irse con el viento
a encontrar la luna
que se ha dormido
entre los pajares
esperando al lobo

y juntos inician
su romance erótico
la luna le baila
su danza prohibida
el lobo la viste
de fuego en los senos
le toca los labios
y sella con ellos
mítica leyenda.
 
Los dos se consumen
y en aquel incendio…
corren las cortinas
hasta que de a poco
el sol aparece.
 



Índice
 
                                    
 
A manera de prólogo             7
Dedicatoria                           9
       
Uno                                     11
Candideces                           13
Tres                                     15
Feuilles d’autumne                17
La espuma                            19
Caen las hojas                       21
Espejismos                           22
Te esperaré                           24
Tal vez                         26
Madre                           28
Dos joyas                             30
La caracola                           31
La vida mató a la muerte        32
 
Dos                              35
El manifiesto                        37
Euroamérica                         39
Canto en la Puerta de Alcalá   41
El llanto de Narciso                      43
Melodías de mi pueblo           44
Cerro de San Cristóbal           46
Isla Negra                            48
Transparencias                      50
London                         52
Charente, adieu                     53
Dueño de paisajes                 54
La Seine                                     55
Un pañuelo blanco                56
No quiero escribir                 57

Tres                                     59
Obsesión                       61
Sirena                           62
Toledo y tú                           64
Eslabón perdido                    65
Descifrando fantasías             66
Del otro lado de la cortina             67
Quimeras                              69
Recontando residuos                     71
Floración del subconsciente           73
Algún día                             74
Des idées et des mots             75
La traición es una máscara blanca   76
Balada de la luna                   78
Hombre lobo                        79
Balada del hombre lobo         81

*Rosse Marie Caballero. Autora boliviana. Hoy vive en Buenos Aires.